“Estando allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no encontraron sitio en la posada”
(Evangelio de S.Lucas, Capitulo 2, versículos 6 y 7)
De la forma más humilde, más sencilla, así nació el hijo de Dios. Pudo haber nacido donde hubiera querido, pudo haber nacido en el cielo, ante la tierna mirada de su padre, rodeado de Ángeles, acostado en una nube…
Le rechazaron en la posada, ¡No tenían sitio para el hijo de Dios!. Imagino a María y a José, cansados, ateridos de frío, nerviosos, María sintiendo las primeras contracciones y José, como todos, ¡sin saber qué hacer!
¡Cuántos mensajes encerrados en apenas cuatro líneas!
¿Por qué no queremos ser como Dios?, sencillos, humildes, ¿Cuántas veces volveremos a decir a María y a José que no hay sitio en nuestra posada?, ¿Cuántos pobres o inmigrantes morirán de frío?, ¿Nos acordaremos de ellos estos días cuando compartamos con los nuestros el calor del hogar?, ¿Cuántas veces les volveremos a decir que no hay sitio en nuestros corazones, que no tenemos tiempo para escucharles, que nos molesta su presencia?, ¿Cuántas veces volveremos a la posada y les abandonaremos a su suerte?.
Mas, a pesar de todo, esta Navidad Jesús volverá a nacer, y nos sonreirá, y siendo grande se hará pequeño. Por eso, tiene para siempre mi corazón a sus pies.
Francisco González García.
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